La displasia de cadera es una patología ortopédica hereditaria de evolución lenta que se caracteriza por un desacoplamiento en el desarrollo de la cabeza femoral y el acetábulo.
En la cadera del perro, como ocurre también en la de cualquier persona, el fémur debe encajar correctamente en la cadera. De alguna manera, podría decirse que los huesos del perro forman una especie de puzzle en el que fémur y cadera encajan y permiten la movilidad de la pata.
Sin embargo, en algunos perros, ese encaje de piezas no se produce de la manera adecuada y la cabeza del fémur queda desplazada. Este hecho conduce a la deformación y pérdida de profundidad del acetábulo y a la remodelación de la cabeza del fémur.
La displasia de cadera en perros se caracteriza por una inestabilidad de la articulación que provoca un rozamiento continuo. Ese rozamiento conlleva cambios estructurales como una mayor laxitud de los ligamentos, la reestructuración del acetábulo o producción de osteofitos periarticulares, que acaba lesionando el cartílago y, a la larga, suele derivar en osteoartrosis de cadera.
¿Qué razas son más propensas?
Todas las razas pueden padecer displasia, pero las razas de perros grandes o de tipo moloso están especialmente predispuestas. Sin embargo, también puede aparecer en algunas pequeñas como los carlinos.
Algunas de las razas de perros más propensas a sufrir displasia de cadera son las siguientes: pastor alemán, retriever, rottweiler, perros de tipo moloso (mastín, san bernardo, presa canario…), dogo, carlino, bulldog.
¿Qué factores pueden influir?
A pesar de ser una enfermedad de claro componente hereditario, hay diversos factores externos por los cuales la displasia de cadera puede verse influida:
- Exceso de alimentación.
- Exceso de ejercicio.
- Hipovitaminosis.
No obstante, el factor que más se correlaciona con la aparición de la displasia es la velocidad de crecimiento del cachorro.
Como dueño, tienes un papel crucial en el crecimiento correcto de tu perro. Herede o no una predisposición a desarrollar displasia, debes observarlo desde pequeño para detectar cualquier indicio de la enfermedad.
¿Cómo detectarla?
Normalmente, los síntomas de la displasia de cadera se caracterizan principalmente por cojeras de diverso grado, y dolor. Asimismo, es necesario fijarse en otros elementos para poder reconocerla y actuar a tiempo.
Síntomas en cachorros:
Cuando nace y durante las primeras semanas de vida, es muy complicado detectar una displasia en el cachorro. Sin embargo, a medida que se va desarrollando, puedes detectar la displasia si presenta alguno o varios de estos síntomas:
- Permanece sentado más tiempo que el resto de cachorros.
- Es menos activo.
- Rechaza subir escaleras.
- Muestra debilidad en las patas traseras al caminar.
- Se queja si hace movimientos de forma brusca.
- Camina con las patas traseras muy juntas, pudiendo incluso cruzarlas.
Debes tener en cuenta que difícilmente observarás estos síntomas en tu cachorro, a no ser que se trate de una displasia de cadera grave. Habitualmente, los síntomas se evidencian mucho más tarde, a medida que se produce una progresiva degeneración de la articulación.
Síntomas en perros adultos:
A continuación, te exponemos brevemente algunas de las señales en las cuales puedes fijarte para reconocer una displasia de cadera en perros adultos:
- Presenta signos de dolor por la atrofia muscular.
- Cojea para aliviar el dolor que le producen los movimientos de la articulación al caminar.
- Cambia la forma de correr. El perro balancea la cadera exageradamente al correr o, incluso, usa ambas patas traseras al mismo tiempo.
- Sufre dolor al incorporarse o moverse después de un rato en reposo, ya que la articulación está en frío. Y, posteriormente, mejora tras activar la musculatura.
- Mantiene las dos patas traseras muy juntas cuando está de pie, quieto.
Si percibes cualquiera de estas u otras alteraciones en la vida de tu perro, no dudes en consultar al veterinario para que pueda verificarlo y salir de dudas.
¿Cómo tratarla?
Dependiendo del nivel de gravedad, que valorará un veterinario mediante una radiografía, podemos resumir dos líneas de tratamiento.
- Quirúrgico.
Actualmente, existe una amplia variedad de técnicas quirúrgicas que buscan mejorar los síntomas de esta afección. Sin embargo, el veterinario es quien valorará si es conveniente pasar por el quirófano y qué técnica es necesaria en función de la gravedad y etapa de la displasia, la edad del perro, o las alteraciones que la enfermedad ha ocasionado, entre otros factores.
- Conservador.
Este tipo de tratamiento busca mantener al perro con el mínimo nivel de dolor posible, sin intervenir la articulación quirúrgicamente. Encontramos diferentes técnicas, que ayudan a ralentizar el proceso degenerativo y reducen el dolor, como, por ejemplo, la administración de antiinflamatorios y condroprotectores, la rehabilitación y la fisioterapia canina.
En líneas generales, la principal vía de tratamiento de la displasia de cadera en perros es un cambio en su estilo de vida. Es esencial reducir el sobrepeso y evitar que realice excesivo ejercicio.
En cualquier caso, si no actúas durante las primeras etapas de la enfermedad, a medida que tu perro vaya creciendo podrá desarrollar artritis e, incluso, perder la movilidad.
La detección precoz es muy importante para el tratamiento y la evolución la displasia. Si tienes un perro de tamaño grande o de alguna raza especialmente predispuesta, puedes contactar con nosotros para una cita diagnóstica.